diumenge, 15 de juny del 2008

ROMA Y LA ESPECULACIÓN


Estoy leyendo el libro “Antología de textos jurídicos de Roma”, en una Edición de Xavier d’Ors (Akal/Clásica) y llego al apartado de las “Leyes coloniales y municipales” donde se comentan algunos capítulos de la LEX FLAVIA MUNICIPALIS.

Observo lo que dice el all Cap. 75 “Que nada se acapare ni se retire

Dice así:

“Que nadie en ese municipio acapare algo ni retire , ni se junte con alguien, convenga o haga sociedad con el fin de que se venda algo más caro, o para que no se venda o venda con más escasez. Quien hubiera hecho algo en contra de esto, quede, por cada vez, obligado a dar a los munícipes del municipio Flavio Irnitano diez mil sestercios, y por esa cantidad y a causa de la misma tenga acción, petición y persecución el munícipe de ese municipio que quiera, y le sea lícito por la presente ley”.

Me llaman la atención dos aspectos: a) la meticulosidad y perfección que alcanzó el Derecho Romano en la regulación de las más diversas situaciones jurídicas y, b) que en dos mil años poco ha mejorado la condición humana.

En primer lugar constato una vez más la “grandeza” del Derecho Romano y la perfección de sus instituciones jurídicas, que explican su pervivencia hasta nuestros días, y el por qué es el origen de todo nuestro sistema jurídico: en este supuesto la regulación de las situaciones jurídicas que se daban, en relación al acaparamiento y especulación de los bienes de consumo, y su sanción.

También compruebo, que poco o nada ha evolucionado el ser humano, cuando los Estados tienen que seguir regulando y persiguiendo situaciones similares a la ya regulada en la Lex Flavio Municipales, ya sea en el campo de la telefonía, de la aviación, o cualquier otras, que en esto no hay excepción. De que poco nos ha servido la experiencia de nuestros antepasados, cuando seguimos intentando defraudar y obtener un beneficio ilícito aprovechándose muchas de estas empresas que lo realizan de su tremendo poder económico.

Aunque, claro, si los Romanos no lo consiguieron, que va a conseguir nuestra sociedad que es una simple aprendiz de aquellos grandes juristas.